26 mayo 2010

Soltero

Me ocurre siempre que, después de salir durante meses o años, según los casos, con una mujer, tarde o temprano me pide que nos casemos, y entonces me veo obligado a recordarle lo que le dije cuando empezamos a salir:

—Si recuerdas, cuando empezamos a salir te dije literalmente, el segundo día que me preguntaste sobre mí: “Yo soy ateo y soltero”.

—¡Pero bueno! —exclama—. ¡Si hace dos años y medio que no estás soltero! —me replica—. ¡Que llevamos dos años y medio saliendo!

—No se trata de estar soltero —matizo—, sino de serlo: serlo es una esencia, algo inherente, una inmanencia, frente a estarlo, que es una mera cualidad, un accidente, una contingencia.

Y, por regla general, en este punto suelen acabar mis relaciones con todas las mujeres con las que salgo.


1 comentario:

Thedarksunrise dijo...

Y una esencia muy terca, que en dos años pueden cambiar mucho las cosas.